Para que un cosmético sea eficaz, hay que ser constante, pero ante todo, tiene que ser adecuado para tu tipo de piel. Conocer si tu piel es grasa, normal, mixta, seca o sensible es el primer paso para cuidarla correctamente. Antes de nada, es importante que una misma persona puede cambiar de tipo de piel a lo largo de los años, incluso de los días, debido a distintos factores externos e internos». Es decir, puede ser que tu piel fuera grasa hace años y ahora haya cambiado a normal, mixta e incluso seca. De hecho, con la edad es normal que la piel tienda a resecarse. Por otra parte, todos podemos tener en algún momento la piel sensible. Para que sepas qué tipo de piel es la tuya te contamos qué características presentan los principales grupos.
Piel normal: se caracteriza por ser suave y elástica. Es de tono rosado y tiene los poros pequeños. No es una piel sensible, ni reactiva, apenas suele tener imperfecciones, ni puntos negros o poros dilatados. Es decir la piel normal sería una piel con un aspecto perfecto, aunque también necesitaría cuidados, sobre todo hidratación y protección del sol, para evitar que pierda ese buen color y tono.
Piel grasa: la piel grasa es uno de los tipos de piel más fáciles de identificar, porque presenta brillos, poros dilatados, puntos negros y también puede tener en algún momento acné. Es frecuente en adolescentes y adultos jóvenes y más entre los hombres que entre las mujeres. Para su cuidado, es recomendable un gel para la limpieza dos veces al día y una hidratante libre en grasas (oil-free). Este tipo de piel necesita, además, productos no comedogénicos (que no producen en la piel comedones o puntos negros).
Piel mixta: es según todos los expertos la más habitual y se caracteriza por combinar áreas de piel grasa en la zona T (frente, nariz y barbilla), con áreas normales o secas (mejillas y contorno de los ojos). Es aconsejable usar productos adaptados a cada zona. Sin embargo, es algo complicado, así que también puedes recurrir a cosmética específica para piel mixta. Se recomienda optar por cremas y productos oil free y no comedogénicos, con texturas ligeras, que no asfixien la piel. Además, por la noche es bueno usar alfahidroxiácidos, como el ácido glicólico o el azelaico, que ayudan a regular el sebo.
Piel seca: está descamada, tirante, sin brillo. Con la edad y con la exposición solar, no puede retener el agua, por lo que se vuelve más seca y puede incluso provocar picor. El problema de la piel seca es que carece de lípidos (grasas), así que el cuidado más importante es la hidratación y nutrición. La piel seca, además, es la que antes envejece, ya que al estar deshidratada es más propensa a las arrugas y líneas de expresión.
Piel sensible: Picor, irritación, tirantez, descamaciones… son síntomas de la piel sensible. Un tipo de piel que, refleja un ‘estado de la piel’, más que un ‘tipo de piel’ o bien alguna patología de base (dermatitis de contacto, rosácea…) Se trata de una piel muy sensible a factores externos como el frío, la contaminación, la sequedad ambiental o la radiación ultravioleta. Cualquiera puede tener la piel sensible en determinados momentos. Para cuidar esta piel hay que recurrir a productos específicos para pieles sensibles, con propiedades calmantes, y evitar ingredientes que puedan irritar como el ácido retinoico y derivados o los alfahidroxiácidos.