Vuelve el lápiz de ojos blanco

Si naciste en los 80s y creciste en los 90s, seguro que en algún momento de tu adolescencia enmarcaste tus ojos con un lápiz blanco. Es más, seguro que lo hiciste más de una vez, convencida de que era muy favorecedor. Después esta tendencia pasó a mejor vida (algunas, incluso, negaron haberla llevado). Ahora la vuelta del lápiz blanco de ojos parece más que definitiva: efecto cara lavada y un trazo poderoso de eyeliner blanco adaptado al rostro de cada modelo.

Y es que el lápiz blanco, bien entendido, es un buen recurso para agrandar la mirada, aportarle luz y disimular un rostro cansado. Si aplicas un trazo blanco en la V interna del lagrimal, muy bien difuminado aportarás mucha luz al ojo.

No obstante, si la versión en blanco nuclear te parece demasiado obvia (aunque hay unas cuantas ideas fáciles de trasladar a la vida real, incluido el glossy en la zona alta del pómulo) tienes otras dos opciones parecidas, pero más prácticas. Una es utilizar un lápiz ligeramente rosado o plateado porque refresca e ilumina la mirada, sobre todo si se aplica en la línea del agua. La otra puede ser escoger una versión beige en lugar de blanco impoluto ya que se integra de forma más natural en la mirada y aplicado en la línea inferior del agua siempre despeja el ojo, lo descansa y aporta una buena dosis de luz a la mirada.

 

 

 

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