A nuestro cuerpo le lleva tiempo encajar los cambios de estación, de presión y de temperatura. Esto es especialmente cierto cuando tienes alguna inmunodeficiencia, pues aumentan las posibilidades de caer enferma pero siempre hay algunos consejos que puedes aplicar para que tu dieta te ayude a mejorar tu salud y sistema inmunitario.
Los cítricos son algo común, pero existen otras maneras de incorporar la vitamina C a tu dieta, tanto en lo que a los ingredientes y técnicas se refieren para mejorar tu consumo de vitamina C. La vitamina C es un poderoso antioxidante. Los consumidores suelen recurrir a las naranjas y los suplementos, pero hay alternativas y maneras de mejorar tu consumo de vitamina C al margen de esas dos con verduras como el brócoli, la coliflor, el kimchi y el chucrut para aplicar algún que otro cambio a nuestro paladar. Cuando comas fruta y verduras procura no cocinarlas porque la vitamina C es un nutriente sensible al calor y se pierde en el proceso de cocinado. Cómelos crudos para cosechar sus auténticos beneficios.
Ya sabemos que los líquidos juegan un papel crucial a la hora de ayudar a que tu organismo lidie con los cambios de estación. Pero eso no significa que tengas que limitarte a beber únicamente agua. Los zumos de cítricos, las sopas de hierbas y tomate, de lentejas o de setas, el agua caliente con cúrcuma o la leche con cúrcuma o las infusiones caseras de hierbas con jengibre machacado, dientes de ajo, cardamomo, albahaca… la nutrición líquida es la mejor manera de mejorar tu cociente nutritivo, ya que resulta fácil de digerir y asimilar.
Los alimentos crudos pueden almacenar más bacterias, en especial en las temporadas de lluvia. No se trata de que todo el mundo evite comer verduras crudas, sino de asegurarse de lavarlas muy bien, de cortarlas justo antes de consumirlas y de evitar que se pongan rancias, pues le pueden sentar mal al estómago. A la hora de comer en restaurantes, es mejor evitar los vegetales crudos porque no podemos estar completamente seguras de cómo se hayan tratado. Lávalas y cocínalas al vapor en casa, y luego utilízalas para hacer sopas y salsas, pero saltearlas también es una buena manera de añadirlas a tu dieta.
Los peces suelen reproducirse y poner huevos en la estación de lluvias: esto no solo es negativo para el océano, sino que además supone un aumento de la posibilidad de problemas digestivos y de infecciones cuando se consumen. Además del agua contaminada en esta época del año, también pueden aumentar las posibilidades de infecciones si no se lava bien el pescado. Lo que consigues en los supermercados puede ser pescado congelado con el que se haya roto la cadena del frío, así que mejor evitarlos hasta que pasen las lluvias.
Siempre es aconsejable consumir productos integrales como la avena, la quinoa, el arroz integral, el mijo africano, el trigo sarraceno, el amaranto y demás. Estos cereales son ricos en folatos, magnesio y hierro, lo que ayuda a potenciar tu sistema inmune.
Opta por alimentos que tengan propiedades intrínsecas para enfriarnos, pero no los tomes en frío. Incorpora ingredientes como la menta, el melón, el apio, el pepino, las semillas de albahaca, las hojas de betel, el agua de coco y el agua infusionada con semillas de albahaca o menta y verduras. Pero todo lo que ingieras debería estar a temperatura ambiente.
Los cultivos como el mijo, el sorgo y el maíz son más resistentes a las condiciones meteorológicas extremas que el arroz, que puede verse muy afectado por los cambios de clima bruscos. Los cambios en el clima afectan especialmente a las plantaciones de arroz, su agua de riego y niveles de arsénico. El mijo, el sorgo y el maíz son mucho más resistentes y no suelen sufrir muchos trastornos con estos cambios, por lo que es mejor consumirlos en estos momentos.
Los alimentos como el kombucha, el kanji, el chucrut, el tempeh, el miso, el kimchi, el pan de masa madre y el yogur son muy beneficiosos para tu salud, pues ayudan a aumentar las bacterias buenas para el intestino, lo que ayuda al control del peso y los niveles de azúcar y el equilibrio hormonal, entre otras muchas funciones. Los alimentos fermentados aumentan su contenido en nutrientes y tienen hasta 12 veces más vitamina C que los alimentos sin fermentar. La fermentación también los hace más biodisponibles, generando hierro y vitamina B, que a su vez ayuda a nuestro sistema inmune. No obstante, siempre es buena idea añadir primero los alimentos fermentados a tu dieta en pequeñas cantidades y observar cuáles son sus efectos en tu organismo antes de aumentar gradualmente el tamaño de las porciones.