Puntos negros. Esas fastidiosas motas oscuras que ocupan la zona T una y otra vez sin que haya modo humano de prevenirlo. De acuerdo, no es un tema muy glamuroso, pero está claro que despierta nuestro interés cada vez que nos escrutamos la cara con uno de esos espejos de aumento. Pero ¿qué son en realidad los puntos negros? ¿Cómo deshacernos de ellos? Y lo que es más importante, ¿qué hacemos para evitar su inoportuna y recurrente reaparición?
En resumen, los puntos negros son pequeños bultitos conocidos como comedones que se forman por la acumulación de células muertas y grasa y bloquean el poro, sobre todo en el rostro y en especial en la zona T. Los comedones con cabeza blanca son así porque las impurezas están cubiertas por una capa de piel; sin embargo, los negros están expuestos al aire y se oscurecen por la oxidación.
Tanto adolescentes como adultos son víctimas de los puntos negros. Suelen aparecer en pieles grasas o mixtas, o en personas que usan mucho maquillaje o autobronceador. Tener los poros dilatados aumenta el riesgo de puntos negros. Otros factores que fomentan su aparición son el exceso de bacterias en la epidermis, de células muertas o de la producción de sebo debido a cambios hormonales o a algunas medicaciones.
Para deshacerse de ellos de la forma más rápida es acudir a hacerse una limpieza facial profesional. Se utiliza un extractor de comedones destinado a extraer los puntos negros en una sola sesión de manera rápida y eficaz. Es una herramienta redondeada con un pequeño agujero en el medio. Se aplica suavemente sobre el punto negro haciendo coincidir el agujero, y el resto del aparato ejerce presión hacia él de modo que este sale completamente y sin dañar la piel.
Si prefieres un modo más casero, la clave es la exfoliación. Las mascarillas de arcilla ayudan a desincrustar las impurezas, y los exfoliantes de micropartículas retiran las células muertas que son uno de los factores causantes. Por su parte, también son buenos los productos que contienen alfahidroxiácidos como el ácido glicólico, ya que actúan como un exfoliante químico que evita que nuestras células se asocien con el material de desecho. También están los betahidroxiácidos, como el ácido salicílico, que limpian el poro en profundidad y tienen propiedades antibacterianas.
Para que no nos salgan granitos, hay que mantener equilibrados los niveles de grasa y agua en la piel. Cuando aparecen, el primer impulso es lavar la zona. Y la limpieza del rostro es importante, pero hacerlo en exceso puede producir daños en nuestra piel y sensibilizarla. Algunas fórmulas limpiadoras son demasiado densas y pueden saturar los poros, congestionando más la piel; mientras que los limpiadores para pieles grasas suelen producir sequedad, así que si no tenemos ese tipo de piel, mejor no usarlos.
Para que nuestra piel esté sana y equilibrada, la clave es mantener una rutina facial diaria y exfoliarse con regularidad. Hay que exfoliarse una vez a la semana para eliminar las células muertas, y usar mascarillas de barro según tus necesidades.